Brasileño recorre el mundo a pie

Matias Tartiere ya ha caminado más de 9 mil 500 kilómetros. 

<p><strong>Brazilian Matias Tartiere hopes to walk the world. Today, he's on Alaskan highways. (Courtesy of Matias Tartiere) </strong></p>

PORTO ALEGRE, Brasil — “Caminando largas distancias a través de desiertos, bosques, glaciares y pueblos de este mundo”. 

Así define su estilo de vida el brasileño Matias Tartiere, de 37 años, nacido en Ijuí, Río Grande do Sul. Desde mayo de 2017, ya ha recorrido 9 mil 566 km a pie y ha pasado por 23 países. El día que concedió la entrevista a Zenger, informó que se encontraba en el estado de Alaska, en Estados Unidos, donde esperaba autorización del gobierno para continuar la caminata hacia la frontera con Canadá. La pandemia lo obligó a esperar. 

Tartiere dijo que su sueño de dar la vuelta por el mundo a pie se dio hace cuatro años, cuando dejó sus dos trabajos en la ciudad donde vivía en Joinville, en el estado de Santa Cetarina, Brasil. ‘’Trabajé durante un tiempo como camarero en un snack bar y luego iba a la tienda de montañismo para atender a los clientes. Ahorré dinero durante 8 meses y decidí que era hora de viajar”, dijo.

En 2013 y 2016, el brasileño ya había visitado países vecinos como Argentina, Chile, Bolivia y Perú; sin embargo, siempre usaba aviones, automóviles o autobuses, pero nunca viajó a pie. 

“Para este tipo de viaje, creé un carrito adaptable para llevar mis cosas básicas y ser autosuficiente. El carrito fue bautizado como ‘Potro’ [caballo macho con menos de un año] y fue un amigo mío quien tuvo la idea”, dijo el brasileño.

El país elegido para ser el punto de partida de este largo viaje fue Turquía, ubicado entre Europa y Asia, ya que decidió que el itinerario tendría que partir de allí para realizar la travesía a pie por el continente europeo, hasta cruzar el Atlántico y llegar a América.

Inicio de la caminata

Tartiere aterrizó en Estambul, Turquía, en mayo de 2017. En su mochila llevaba poca ropa, solo un par de zapatillas, material de higiene y equipo electrónico para registrar la caminata. En el maletero del avión estaban el carro “Potro”, la carpa, el panel solar y sus artículos personales.

“En Estambul tomé un autobús a la ciudad de Edirne, y luego comencé a caminar hacia Bulgaria. Caminé 75 km por Turquía en dos días y dormí al borde de la carretera en la ciudad de Demirköy “. 

Dentro de la carretilla, Tartiere llevaba comida enlatada, botellas de agua y un rastreador satelital, equipo esencial para esta aventura. “Llegar a Turquía fue un choque cultural para mí. Escuchar el llamado de las mezquitas todos los días en ese idioma tan complicado, con sus oraciones, fue diferente y a la vez interesante, bastante curioso”, dijo.

Matias Tartiere en Bulgaria. (Cortesía Matias Tartiere)

En Bulgaria, caminó por 18 ciudades, incluida la capital, Sofía, donde quedó encantado con su belleza y arquitectura. De allí, se dirigió a Rumanía, donde caminó 240 km, pasando por Bucarest, la capital, donde dice que vio uno de los centros históricos más bellos de Europa del Este. En solo 11 días, también cruzó Serbia y Macedonia.

“Me considero un tipo muy afortunado, ya que nunca me asaltaron o me robaron algo durante mi caminata”, dijo. La batería del teléfono celular, la computadora portátil y otros equipos se recargaron a través de un pequeño panel solar anexado a la carretilla. A menudo, Tartiere aprovechaba la electricidad de una gasolinera que encontraba en la carretera.

Caminata larga en Grecia

En Grecia, la caminata duró 50 días y fue más agotadora. En total, recorrió mil 500 km en tierras griegas, con la parada obligatoria en la capital Atenas, además de las playas de aguas cristalinas bañadas por el mar Egeo. Entre las decenas de ciudades visitadas, Tartiere citó a Ioannina, en el noroeste del país, y Kalampaka y Kastraki, donde se encuentra Meteora, que en griego significa “medio cielo”. El sitio es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y tiene seis monasterios construidos sobre enormes rocas de 550 metros de altura.

En Albania, en el sudeste de Europa, el joven ya había gastado la suela de su único par de zapatillas, porque había caminado tres mil 762 km desde Turquía. “Las ampollas en mis pies por las caminatas me obligaron a comprar otra zapatilla, que me costó $75”, dijo.

En Kotor, Montenegro. (Cortesía Matias Tartiere)

Temporada en Montenegro 

En Montenegro, un pequeño país ubicado en los Balcanes, en el Sureste de Europa, Tartiere decidió descansar y detener la peregrinación durante cinco meses. Era noviembre de 2017, y el invierno sería largo y riguroso para caminar con prudencia hasta Portugal. Si bien Montenegro tiene el euro como moneda oficial, el territorio no forma parte de la Unión Europea, lo que permitió al viajero extender su estadía en el país por más de 3 meses.

“Montenegro es pequeño, pero tiene personas muy acogedoras. Decidí tomarme un descanso allí, porque si salía de Montenegro y me unía a la Unión Europea, solo podría quedarme 90 días y no podría recorrer los tres mil 200km hasta Portugal, debido a factores climáticos como el frío, la nieve, lluvia, etcétera”, dijo. En Montenegro, trabajó como voluntario en un albergue juvenil, y a cambio recibió comida y alojamiento.

Con el final del invierno en Europa del Este, a mediados de abril de 2018, Tartiere continuó hacia Bosnia y Herzegovina. Recorrió las 15 ciudades a pie, siempre en compañía de su carro de mano, el Potro. Estuvo dos días en Sarajevo, la capital del país que, de 1992 a 1995, fue escenario de uno de los conflictos más violentos de fragmentación del territorio yugoslavo. La guerra dejó alrededor de 200 mil muertos y 2.5 millones de refugiados. “En Bosnia, la población me recibió muy bien. Caminaba por las calles y la gente me saludaba desde sus casas e incluso me invitaba a tomar un café”, dijo.

Desde Sarajevo, caminó 120 km hacia el sur de Bosnia, donde permaneció durante dos semanas. El objetivo era visitar la ciudad de Mostar, reconstruida en 2004, tras su destrucción en la guerra en 1993. Dijo que estaba muy impresionado con el lugar, al ver las marcas de disparos de rifle que aún se infiltraban en las paredes de casas y edificios.

En la ciudad de Mostar, Bosnia, se ven marcas de balas. (Cortesía Matias Tartiere)

Después de caminar por Bosnia, el peregrino llegó a Croacia, donde visitó el Parque Nacional de los Lagos de Plitvice. “Es un lugar fantástico, con una naturaleza única”, dijo. Es el parque nacional más grande de Croacia, con una superficie de 300 km2. En total, hay 16 lagos formados por cascadas. Además, está en la lista de la UNESCO de Patrimonio Natural de la Humanidad desde 1979. Tartiere dijo que, en Croacia, no paró de caminar por la costa, bañada por el Mar Adriático, famoso por sus aguas cristalinas y temperaturas amenas. A la orilla del mar, andaba en promedio 20 km por día.

Desde Croacia, el viajero se dirigió a Eslovenia, donde permaneció cinco días. Ahí, tuvo que comprar el tercer par de zapatillas para superar las caminatas. Pero fue en la frontera cerca de Austria donde las cosas empezaron a ponerse más intensas. “Fue el camino más difícil que tuve que recorrer por culpa de los Alpes. Austria es un país muy montañoso, el Potro pesaba más y confieso que sufrí mucho. Tuve que hacer mucha fuerza y &ZeroWidthSpace;&ZeroWidthSpace;respirar tranquilo”, dijo.

En tierras austriacas, el brasileño viajó por ciudades históricas como Villach, la segunda ciudad más grande del país, Sankt Margarethen im Lungau y la famosa Salzburgo, tierra del compositor y músico Wolfgang Amadeus Mozart. Desde Austria caminó hasta Munich, capital de Baviera, en el sur de Alemania, y visitó 10 ciudades de la región. Desde Alemania, caminó por Liechtenstein, Suiza, Italia, Francia, España y Portugal.

En territorio francés, no tuvo una buena experiencia. “El peor país en el que he estado es Francia, donde me negaron el agua del grifo tres veces. Esto nunca me había sucedido en otros países. Incluso en Bosnia, un país que ocupa el primer lugar en términos de hospitalidad, cuando estaba en una carretera sin un pueblo cercano, había una casita a la distancia y alguien me estaba llamando. Al acercarme, la señora me preguntó si me gustaría tomar una taza de café”, dijo. 

En Marruecos, Tartiere caminó 134 km. (Cortesía Matias Tartiere)

De África para Brasil 

Después de caminar durante una semana en Portugal, Tartiere retomó un vuelo a Marruecos, en el norte de África, y caminó otros 134 km. Ahí, tomó un vuelo a Brasil, se tomó un descanso, y meses después voló a Estados Unidos. 

En mayo de 2019, antes de la pandemia, en el pueblo de Deadhorse, Alaska, Tartiere reinició el viaje. Desde Deadhorse hasta el distrito de Fairbanks North Star, caminó durante tres semanas. En Fairbanks descansó durante tres meses en casa de un amigo. En la residencia, produjo material para su canal de YouTube y recaudó fondos a través de donaciones para continuar su viaje alrededor del planeta. En el estado de Alaska, caminó 800 km.

Desde mayo de 2017 hasta la fecha, ha recorrido 9 mil 566 km, y ha visitado 23 países. El objetivo, a partir de ahora, en cuanto se vuelvan a abrir las fronteras terrestres, será descender a pie por América hasta llegar a Ushuaia, Argentina, en el extremo sur de América del Sur. Desde allí, Tartiere planea caminar por el continente asiático, desde la ciudad de Vladivostok, Rusia, hasta Egipto. Seguirá para Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, y la previsión es que el viaje se prolongue hasta 2024, si la pandemia no interfiera más con sus planes.
 

Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas